EL ARMARIO DE LAS LETRAS
En esta segunda entrega de "El armario de las letras" queremos recordar parte del artículo publicado en Odiel Información el 26 de diciembre de 2010, donde se hablaba de la compañía que supuso una auténtica revolución industrial en la Sierra de Huelva; que aportó enormes beneficios creando puestos de trabajo con contrato fijo; que además creó una Caja de Ahorros y un conjunto de viviendas, contribuyendo así a la mejora de las condiciones de vida de las gentes de la sierra; y que se diversificaría con el tiempo, creando, por ejemplo, una fábrica de harinas. Hablamos de Santa Teresa de Electricidad.
"La comarca serrana vivió intentos de industrialización y uno de ellos fue la generación de la luz en la sierra. Román Talero, quien aportó parte del millón de pesetas que constituyó el capital social de una de las escasas sociedades anónimas onubenses, fue el principal impulsor en la puesta en funcionamiento en 1902 de SANTA TERESA DE ELECTRICIDAD.
Esta iniciativa se localizó en la aldea de Las Chinas, entre Galaroza y La Nava. En este enclave, la citada empresa construyó una pequeña presa de regulación que permitía el paso del agua de la Ribera del Múrtiga hacia las lievas o conducciones que transportaban el agua hasta la central hidroeléctrica.
La presa de la central, una verdadera obra de ingeniería hidráulica que ha resistido al tiempo, está enclavada sobre un antiguo azud de riego, estando sus cimientos cuatro metros bajo el río, según explica Antonio F. Tristancho, presidente de la Asociación Lieva. Este colectivo ha rescatado de la memoria el legado industrial de Santa Teresa para exponer la importancia de esta compañía en la Sierra de Huelva.
Mediante la desviación del curso de la ribera del Múrtiga, los ingenieros, algunos tan míticos como el alemán Schultz, diseñaron una gran lieva o acequia que llevara el agua hasta la centra hidroeléctrica de Los Batanes. En este lugar, conocido popularmente como "El Salto", se producía la energía aprovechando la fuerza del agua que, tras ser acumulada en un depósito de 5800 metro cúbicos, era lanzada desde una considerable altura para mover los equipos de la central y producir la electricidad.
Este lugar estaba presidido por una casa, "donde vivía el operario que estaba encargado de regular la intensidad del agua, según las instrucciones recibidas en función de las necesidades. Las órdenes eran transmitidas a través de la primera línea telefónica que se instauró en la comarca serrana impulsada por Santa Teresa de Electricidad" (Odiel información).
MIGUEL BLANCO
Muy interesante
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