Eugenio (por Lola Díaz)
Eugenio era menudo, entrañable, cordial, cariñoso y, a veces, pícaro; pero, sobre todo, Eugenio era nuestro maestro, como nuestro patriarca. ¡Cuánta sabiduría había en él en lo referente "a las cosas del campo y del huerto"!
Eugenio era vecino de nuestra aldea. Tuvo una vida ... creo que plena. Estuvo casado con Emilia, que se marchó antes que él y a quien añoraba mucho. Tuvo un bar en su casa (que yo no conocí) que según me han contado lo llevaba Emilia, su mujer, la cual te decía que hicieras tú la cuenta porque ella no la llevaba: cosas de gente sana y confiada.
Eugenio se acercaba todas las noches al "casino" y de lo que más te hablaba era de la huerta. Siempre tenía sembrado algo: en invierno las habas y lechugas, o cualquier otra hortaliza que fuera su época; y en verano era su momento, el momento en que más actividad hay en las huertas; se llevaba horas en un huerto que tenía. De lo que quisieras le podías preguntar: de cuándo se ponían los semilleros, de cuándo se talaba tal frutal, de cuándo se transplantaban los plantones, etcétera, etcétera. Era su tejemaneje todos los días. Y nunca faltaba a las fiestas o a cualquier otro encuentro que se hiciera en la aldea. Le gustaba bailar. Él siempre estaba ahí.
Sabía incluso hacer cisco, hecho que pude presenciar un año. Lo hizo junto a Rafael, el padre de Josefa. Ellos ahí con un palo muy largo haciendo los montones de cisco de madera de olivo, luego apagándolo en su momento. Otra vez la sabiduría de la gente del campo, conocimiento para aprovechar los recursos.
Eugenio era un superviviente de aquellos años en los que los hombres y mujeres de campo vivían de lo que la tierra daba, con los recursos del campo y siempre con respeto a la naturaleza. Los huertos se sembraban de hortalizas, las cuales se embotellaban para su conservación. Se hacían orejones con los melocotones, se secaban las ciruelas y un sinfín de tareas. Personas que como Eugenio tenían ese conocimiento de la sierra, del campo, del huerto, de frutales, de matanzas y una infinidad de tareas más que ya poco a poco se van quedando en la memoria, porque cada vez más van quedando en el olvido.
Los que tuvimos la suerte de coincidir con Eugenio sabemos cuánto valor tienen las personas de estas características. ¡Qué conversaciones más instructivas!, daba gusto oírlas. ¡Cuánto respeto a todo lo que nos rodea y a conservar lo que nos ofrece la tierra!
Cuando alguien llegaba al "casino" en la época de verano con un tomate o un pepino grande y bonito, Eugenio decía: "ese, ese es al que hay que sacarle las semillas para el año que viene". Siempre estaba maquinando, tenía proyectos a pesar de su edad y siempre estaba activo. Lo recuerdo en invierno en el "casino" con sus pantalones de pana y su chalequillo sin mangas también de pana, su gorro y sus guantes. Era un personaje.
A pesar de su edad y de que su vista y sus oídos le fallaban, él seguía con su tejemaneje del campo. Recuerdo también que Miguel le compró un reloj que decía las horas porque él no lo veía bien: se lo ponía en la oreja y escuchaba la hora. Parece que lo estoy viendo.
Todo el mundo lo quería, todo el mundo lo respetaba, todo el mundo en el "casino" lo trataba con cariño. Era una persona de las que te dejan huella, pero una huella para toda la vida, de esas que pasan por la vida y siembran igual que siembran sus huertos.
Pese a no haber tenido hijos, era como un padre para nosotros. Nunca fallaba en el "casino", todos los días se asomaba, aunque algunas veces estuviera solo con Luis, él salía un ratito.
En fin, este es mi pequeño homenaje a EUGENIO, persona querida en la aldea por muchos y maestro del campo y de la sierra. No sólo con estas palabras quiero hacer un homenaje a Eugenio, el cual es muy merecido, también es un homenaje a esos hombres y mujeres que vivían en la sierra con los recursos que existían, respetando y conservando, y sobre todo amándola. Todo esto que existe en la aldea, en los alrededores y en toda la sierra, es porque estas personas antes lo han conservado para que las generaciones venideras lo disfruten. Han dejado su huella, hagamos nosotros dentro de nuestras posibilidades lo mismo, por respeto a los que no están, a los que estamos, y a los que vendrán.
LOLA DÍAZ




Un bonito homenaje y recuerdo para una persona entrañable de la cual tenemos muy bonitos recuerdos.
ResponderEliminarMuy bonito Lola.
Era un ser generoso y muy respetuoso, en su instruirnos de sabiduría natural y, en compartir altruistamente los productos que sembraba ( "toma , María José, p'a que te hagas un picadillo"). Mil veces me obsequió a lo largo de los años que compartimos. Sonreía cómo un niño.
ResponderEliminarFuí a visitarlo a la residencia de mayores donde pasó sus últimos días y, aunque ya su memoria se dispersaba, me reconoció con gran alegría.
Gracias, Eugenio por el afecto y respeto con que siempre me trataste...era mutuo.
M.J.Liñán
BUENAS TARDES LOLA SOY AMALIA SOBRINA DE EUGENIO TE AGRADEZCO TU HOMENAJE PERO RECUERDA QUE TENÍA UNA FAMILIA EN LA NAVA YO ME CRIÉ CON MIS TÍOS ESTOY MUY DECEPCIONADO POR NO ESTAR EN NAVAHERMOSA ESE DÍA
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